Prestar atención y presencia compasiva al trabajar con los demás
La psicología contemplativa combina los métodos del trabajo terapéutico occidental, orientados como un proceso, con el conocimiento procedente de la psicología budista. Éste último abarca miles de años de conocimiento sobre cómo funciona la mente humana tanto en estado cuerdo como en estado confuso. Este conocimiento se comprueba y amplía cada vez más gracias a la investigación y la visión de la neurociencia moderna.
Un aspecto básico de la psicología contemplativa consiste en aceptar que la gente es básicamente cuerda, que posee una cordura básica por su propia naturaleza y que la causa del sufrimiento, además de la clave para vencer las perturbaciones mentales, reside en la mente. Esto se relaciona con el hecho de que cada neurosis en sí misma contiene sabiduría.
Más detalles sobre los principios y métodos además de la historia de la psicología contemplativa.
La cordura intrínseca brillante es el centro de la psicología contemplativa: es inherente a todos los seres humanos.
¿Qué significa contemplativa?
Contemplación procede de la palabra latina “contemplari”: considerar o meditar sobre algo. Se puede traducir como reflexión o rememoración meditativa. Una señal del planteamiento contemplativo es una sensación de paz y atención amable y, por ende, es muy parecido a los métodos de la meditación intuitiva como el vipassana.
Barbara Märtens, directora del equipo docente y profesora de la Formación Karuna, describe contemplativo como “mirar la frescura o el momento presente”. Sobre la psicología contemplativa afirma: “Si afrontamos la situación del momentánea, el momento según se despliega, sin manipularlo ni deseo de controlarlo sino de forma abierta, entonces encontramos las cualidades necesarias para iniciar el proceso de sanación en todos los momentos de la experiencia. No necesitamos conceptos específicos ni un juego concreto de instrucciones: no hay que reaccionar a cada impulso sino que se puede aprender a abrir lo que es. Están disponibles para ello las cualidades como la intuición, la aceptación total, la claridad, la apertura, la disposición para actuar con valentía y sin forzar. Hay que entrenar y cultivar estas cualidades para poder aprender, una y otra vez, a abrirnos al momento tal como es, con confianza, porque los detonantes y hábitos emocionales están bastante arraigados”.